viernes, 20 de diciembre de 2019

memoria de la invasión

Yo tenía 25 años, era un joven recién terminando la carrera de abogado, que se acababa de casar la noche anterior y estaba esperando con mi esposa embarazada de 2 meses la llegada de mi hijo Santiago. En esa época participaba muy activamente en el activismo político en el movimiento estudiantil apoyando a organizaciones populares de trabajadores, mujeres y campesinos. Manteníamos una posición muy crítica y de oposición al militarismo que gobernaba, pero también rechazábamos las posturas de los partidos y organizaciones políticas que, bajo el argumento del discurso democrático, buscaban que el ejército extranjero acantonado en Panamá, interviniera militarmente, para sacar al dictador Manuel Noriega. La noche en que estalló la invasión varios compañeros estudiantes, llegaron a nuestro pequeño apartamento, muy cercano a la Universidad de Panamá, allí pasamos la noche escuchando el bombardeo, aterrados sin saber que pasaba exactamente, el ruido ensordecedor de helicópteros, aviones de esa terrible noche y de los días que le siguieron, todavía me estremecen, y el movimiento de tropas en arreos de combate y vehículos armados y blindados por las calles una amenaza terrible de muerte. Aún así, salimos a la calle, para registrar en la memoria lo que estaba pasando y luego a unirnos a la lucha contra lo que vendría, la ocupación y la intervención militar más sangrienta y brutal ocurrida en nuestra historia de país pequeño. Así nos estrenamos a la vida de adultos, arriesgando la vida y luchando contra la invasión! Por un país y un pueblo, que a ratos pareciera que no tiene memoria, que si olvida a sus muertos, que le espera a quienes soportaron sacrificios y lo dieron todo, sin esperar ni siquiera ser recordados. Fue muy difícil y todavía lo es, enfrentar el estigma de que quien no aplaudía la invasión era parte de la dictadura, o que quien estaba en contra de la dictadura era un anti patria! No se puede discutir con quien no quiere entender, entonces y ahora, que para resolver la contradicción se necesitaba mucho amor a la patria y profunda vocación democrática por la libertad, siempre vigilantes de la dignidad. Mis compañeros y yo nos sumamos a la lucha contra la invasión, publicamos un periódico y en revistas con artículos y fotos de la invasión, nos manifestamos, pintamos de noche las calles y los muros de la ciudad! Buscamos con los familiares a los caídos y desaparecidos, abrimos las fosas comunes para identificar los muertos con sus familiares, de ubicamos la invasión dentro y fuera del país, dimos la cara cuando muchos se escondían. Un gobierno instalado en una base militar. Recorrer las calles del Chorrillo ardiendo y en ruinas, la imagen del cuartel central, con las casas pobres destruidas alrededor. Gente sin saber que hacer huyendo y con miedo. Después fue el saqueo promovido por los invasores. La tensión al enfrentar a los militares extranjeros, acompañados de policías panameños humillados. La vergüenza de ver a mujeres panameñas retratándose en las tanquetas y revolcándose con la soldadesca invasora. El recuerdo fresco en la memoria del rostro profundamente triste de una mujer negra que identifica a su hermana en la fosa común de Monte Esperanza en Colon y a su pequeño sobrino en la fosa del Jardín de Paz en Panamá. El olor indescriptible y nauseabundo de las fosas comunes. Hay muchas cosas que contar, mucho guardado por decir.

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