martes, 29 de septiembre de 2015

A la deriva. En un insomnio, que no sé cuando empezó, embarcado en una figura inmensurable. Flotando en un espacio sin fin, en donde el sueño no llega, pasa de largo, deja estelas violáceas, rastros de polvo, memorias extraviadas en el asalto. Una noche, seguida de otra mañana, Horas innombrables, colmando días numerados, meses repetidos, cada uno anualmente. Un nuevo día apareja su nave, con su velamen nacarado, en este atracadero, que resuella nostalgias, testigo de idas y venidas, de mareas altas y bajas. Ayeres en el ancla, promesas en el horizonte, arde el tiempo en la proa. Mástiles desnudos, estirados al azul, levantándose de lo profundo, cortando el viento y su silencio. En esta orilla en que mi piel echo amarras.

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