jueves, 24 de febrero de 2011

Calle 13 en Viña del Mar

Anoche hasta tarde Santiago y yo, esperamos la presentación de Calle 13 en el Festival de Viña del Mar. Fue larga la espera, pero valió la pena.
Escuchamos las palabras y los argumentos, tejidos con la musica de estos jovenes artistas, que marcan un hito cultural entre el pasado y el presente, son irreverentes y valientes, porque no se ajustan al panfleto que guia las propuestas comerciales.
Me estremecen porque están en clave contra la injusticia que recorre el mundo, se hacen eco de las voces de un barrio que tiene esquinas en cualquier ciudad de mi continente.
Me conectan espiritualmente con mis raices y con mi historia, tambien con mi presente y el futuro en la mirada de mi hijo, que descubre, piensa y aprende, contrastando lo diferente, haciendo preguntas que están por encima de las probables respuestas, conociendo que hay cosas que no pueden ser toleradas, aunque la postura parezca inapropiada.
Sentado junto a Santiago, escuchando y sintiendo, advertía las emociones que muy temprano me forjaron como ser humano, ciudadano, alumbrado por las visiones de mis poetas de juventud.
Calle 13 se gano el corazón de Viña del Mar, algo vital respira, vive y se mueve en el Caribe, trepa por los Andes y corre por las arterias de nuestra América.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La primera vez siempre cuesta un poquito más...

Hoy inicio el registro del trayecto de viaje que está pendiente. No tengo en este momento ningún afán enciclopédico, literario, mesíanico, académico, doctrinario, ni cosa que se le parezca. Quiero sólo dejar constancia de algunas ideas, que probablemente no sean muy originales, tal vez son eco de otras voces, pero que están en mi conciencia, hacen parte de mi verdad y están allí para hacer testimonio de mi postura personal, en algún momento al lado de otros, o en frente de otros, pero con sinceridad, nunca por detras de otros.
Una vez alguien, un periodista, no sé quien, le pregunto a José Zaramago, ¿Por que empezo a escribir tan tarde? y Él contesto, que "no había leído lo suficiente"... Creo que esto tiene que ver con la experiencia, con la vida vivida. Podría decir, sólo quien ha vivido, quien ha leído, (aún sin ser muy docto) tiene el derecho de escribir sobre lo vivido, teniendo en cuenta que las fantasias son parte de esas vivencias, y quien no haya vivido, no tendrá nada que contar, que guarde silencio. Todos a escribir, así sea para contar los cuentos de los abuelos. Panamá, 22 de febrero de 2011.