Rector Magnifico de la Universidad Especializada de las Américas, vice rectores, decanos, compañeros de las extensiones universitarias de Azuero, Coclé, Colón, Chiriquí y Veraguas.
Cuerpo Docente, extensionistas,
Investigadores, administrativos de nuestra universidad.
Respetados jóvenes estudiantes.
Invitados especiales.
Mis primeras palabras son para
agradecer a las autoridades de esta alta casa de estudios, la Universidad
Especializada de las Américas, el gran honor con que me han distinguido, al Mis
designarme como orador en este día tan especial para todos nosotros, en el cual
damos inicio al mes de la patria. Y en
el que celebramos el vigésimo quinto aniversario de Fundación de nuestra
universidad, haciendo honor a su lema “excelencia profesional con sentido
social”, trabajando tesoneramente en la forja de un proyecto panameño con
dimensión continental, espacio sensible para el diálogo académico y científico,
con una clara vocación social, inclusiva e innovadora.
Quiero también aprovechar para
saludar de manera afectuosa y especialmente significativa en este día a los
Proyectos Institucionales de la Universidad Especializada de las Américas en
sus Comunidades Amigas.
Enorme y silencioso trabajo que
engrandece la patria, todos los meses del año, del que poco se habla en los
medios de comunicación social, ejemplo maravilloso del apostolado educativo y
de atención a las comunidades con mayores urgencias sociales del país,
impulsados por este proyecto universitario de naturaleza pública, estatal,
popular, plural, democrática, abierta a amplios sectores sociales de la
geografía nacional, que nace y crece como expresión de un profundo sentimiento
de nuestra identidad, arraigado en la herencia histórica de la lucha por la
construcción de un país soberano y próspero, arquitecto de su destino.
Un proyecto universitario
concentrado en actividades académicas, creadas para formar profesionales
competentes, emprendedores, con conocimiento científico y con calidad humana,
comprometidos con el desarrollo del país. Más de 12,150 estudiantes, en 43
carreras de pregrado y grado, 64 cursos de postgrado (especializaciones,
maestrías y doctorados), y 68 diplomados.
Que además respalda su filosofía
pedagógica en las actividades de los centros de atención especializados que
atienden nuestras comunidades y permiten a nuestros estudiantes consolidar su formación
con el sentido y vocación social que inspira esta universidad.
No es casual, que nuestra UDELAS,
celebre su nacimiento en el mes de la Patria. Como tampoco es casual, que, este
espacio, en el que hoy nos reunimos, esté ubicado en el corazón del territorio
anhelado por varias generaciones de panameños y panameñas, que lucharon por
cumplir el propósito de ver ondear nuestra sagrada bandera, aquí en donde
alguna vez, no podíamos pisar como panameños y panameñas.
No dudaría al decir hoy, que,
mucho hemos avanzado en el desarrollo de una nación pluriétnica, multicultural,
diversa y multicolor. Como tampoco he de dudar al decir, que mucho nos falta
por hacer para superar y erradicar aquellas odiosas estructuras económicas,
políticas, sociales y culturales que ofenden el sentido de dignidad de todo ser
humano amante de la libertad y de la igualdad.
Señor Rector, amigos aquí
presentes:
Hoy recordamos la gloria y
evocamos el valeroso ejemplo inmortal de nuestros héroes y mártires que siempre
nos acompañan. También reconocemos los
gestos cotidianos de mujeres y hombres extraordinarios. Panameñas y panameños,
en su gran mayoría anónimos, con vidas titánicas y esfuerzos que nos asombran
por su carácter y fortaleza. Son los que
luchan y no se rinden.
Colegas de la academia,
estudiantes, compatriotas aquí reunidos. En este pequeño terruño, donde vibra
el sonido del Caracol, que inmemorial llama al canto del viento y nos invita al
juego ancestral de la Balsería, en esta estrecha cintura del continente
fieramente besado por dos mares, aquí nunca nos hemos dejado vencer por la
adversidad.
No podemos olvidar: Panamá es, el
mítico Quibián o el gran cacique Ubarraga Maniá Tigrí, enfrentando las
expediciones españolas encabezadas por Gaspar de Espinosa, a las cuales les
asesta, en la primera mitad del siglo XVI, repetidas derrotas, “Urraca”, lo llamarían
y conocerían los invasores. Bayano, el mandinga de Sierra Leona, sin tregua y
rebelde, como lo fue Felipillo. Irreductibles cimarrones y negros invictos.
Panamá, tierra de abundancias de
peces y mariposas, es un camino largo, que hemos recorrido con determinación y
coraje. Y, en momentos de desasosiego, también, nos ha abrazado y hemos sentido
el calor vibrante de la patria y su dignidad en nuestros corazones, forjando los
pilares de nuestro ser nacional.
Desde aquellos episodios, viene
la patria andando.
Con los primeros gritos
independentistas Villa de Los Santos, en 1821, se enciende la llamarada
emancipadora, inextinguible luz que emana nacionalidad en Justo Arosemena; con
Pedro Prestán y su infame ahorcamiento en Colón. Desde los intentos
secesionistas en el siglo XIX; Con las voces de insignes patriotas como
Buenaventura Correoso y Emilio Alzuru; desde el infame y cobarde fusilamiento
del general Victoriano Lorenzo en Las Bóvedas el 15 de mayo de 1903, a solo
seis meses antes de la separación. Viene
desde el general Domingo Díaz en la tarde del arrabal de Santa Ana, arengando
al pueblo llano y pobre a acuerpar la separación de Colombia.
Desde aquellos primeros días de
noviembre de 1903, cuando clandestinamente se confeccionó, por primera vez
nuestra bandera, para ser enarbolada y flotar en nuestros cielos, como símbolo
esplendoroso de nuestra pertenencia, identidad y libertad. Viene la patria
andando.
Viene la patria andando, cuando
en el 1947, el pueblo rechazó convertir todo el territorio nacional en bases
militares extranjeras; con las banderas sembradas en 1958 y 1959, que anteceden
el aciago mes de enero del 64, con sus 22 mártires, con Ascanio Arosemena y
Rosa Elena Landecho, niña mártir, alcanzada en su balcón por una bala feroz
asesina del ejercito extranjero que pretendía acantonarse a perpetuidad en
estas mismas tierras.
Si señores y señoras, viene la
patria andando cuando se cumplen las negociaciones de los Tratados
Torrijos-Carter; y al mediodía del 31 de diciembre de 1999, cuando el pueblo
panameño entró en ésta, la extinta zona del canal, que hoy es nuestro
territorio y se cobija con una sola bandera.
Hoy que estamos aquí, orgullosos
como herederos legítimos, de lo que mucho a costado alcanzar, Viene la patria
andando con el Canal ampliado, a la vanguardia del desarrollo, que tiene que
servir para que juntos avancemos hacia el futuro compartido.
Señoras y señores:
Panamá ha luchado a brazo partido
toda su historia.
Nadie se crea ni se inventa a sí
mismo. Somos el resultado, por una parte, de nuestra herencia genética, y por
la otra, de quienes nos rodean. Allí, es el lugar común de nuestros
antepasados, el clan, la tribu, la nación, aluviones generacionales, para bien
y para mal, la amalgama de quienes somos.
Cuando miro atrás, me encuentro
con las voces que me enseñaron mis primeras palabras, hasta formar el lenguaje
materno, que me transmitió en sus narraciones, cuentos y leyendas, las
tradiciones que me mantendrán unido a esta tierra.
Pienso en muchos que ya no están
y a quienes hubiese querido haber tenido más cerca, que a pesar de las
distancias dejaron en mí una historia.
Al recordar hoy, a quienes ya
partieron, marcando sus huellas en mi memoria, no solo porque me alimentaron y
dieron refugio material, también por el aliento espiritual de mi humanidad
básica, mi raíz en el tiempo y mi lugar en el espacio.
Por todos ellos honro mi pasado,
doy gracias por el presente, con la esperanza de mantener nuestra estirpe de
hombres y mujeres que llevan la patria adelante
Aquí estamos, gracias a los
constructores de la nación. A los que se
empinaron y no se arrodillaron. A pesar
de la corrupción, que violentamente les roba oportunidades a los jóvenes de un
mejor futuro, y con violencia arrebata la tranquilidad del sueño a los que
llegando a viejos no pueden dejar de luchar por sobrevivir cada día, cuando con
cinismo nos niegan mejores presupuestos para la educación y la salud y nos
abruma la cruel realidad de competir con sobrada destreza en el listado de
países más desiguales de nuestro continente.
A pesar de tanta inequidad e
injusticia social, aquí estamos hoy. Reivindicando nuestro derecho a la
felicidad, celebrando nuestra panameñidad, evocando nuestro pasado, nuestras
luchas victoriosas y nuestras derrotas, recordando nuestras grandes hazañas,
para edificar, con optimismo y en paz nuestro destino de prosperidad y
bienestar para todos y todas, sin distingos de credo, géneros, de origen
social, étnico o cultural.
Señoras y señores: Ya para
terminar mi participación en este significativo acto dedicado a celebrar el
vigésimo quinto aniversario de nuestra Universidad y para iniciar el mes de la
patria. Permítanme renovar el juramento a nuestra bandera, como símbolo de
nuestra nación, recordando los versos hermosos escritos en 1915, por Gaspar
Octavio Hernández, cuando en el amanecer de la república cantaba:
¡Bandera de la
patria! Sube..., sube
hasta perderte en el
azul... Y luego
de flotar en la
patria del querube;
de flotar junto al
velo de la nube,
si ves que el Hado
ciego
en los istmeños puso
cobardía,
desciende al Istmo
convertida en fuego
y extingue con febril
desasosiego
¡a los que amaron tu
esplendor un día!