viernes, 18 de noviembre de 2022

Palabras en el Acto de Celebración del Inicio del mes de la Patria y del Vigésimo Quinto Aniversario de Fundación de la Universidad Especializada de las Américas. 1 de noviembre de 2022

 Rector Magnifico de la Universidad Especializada de las Américas, vice rectores, decanos, compañeros de las extensiones universitarias de Azuero, Coclé, Colón, Chiriquí y Veraguas.

Cuerpo Docente, extensionistas, Investigadores, administrativos de nuestra universidad.

Respetados jóvenes estudiantes. Invitados especiales.

Mis primeras palabras son para agradecer a las autoridades de esta alta casa de estudios, la Universidad Especializada de las Américas, el gran honor con que me han distinguido, al Mis designarme como orador en este día tan especial para todos nosotros, en el cual damos inicio al mes de la patria.  Y en el que celebramos el vigésimo quinto aniversario de Fundación de nuestra universidad, haciendo honor a su lema “excelencia profesional con sentido social”, trabajando tesoneramente en la forja de un proyecto panameño con dimensión continental, espacio sensible para el diálogo académico y científico, con una clara vocación social, inclusiva e innovadora.

Quiero también aprovechar para saludar de manera afectuosa y especialmente significativa en este día a los Proyectos Institucionales de la Universidad Especializada de las Américas en sus Comunidades Amigas.

Enorme y silencioso trabajo que engrandece la patria, todos los meses del año, del que poco se habla en los medios de comunicación social, ejemplo maravilloso del apostolado educativo y de atención a las comunidades con mayores urgencias sociales del país, impulsados por este proyecto universitario de naturaleza pública, estatal, popular, plural, democrática, abierta a amplios sectores sociales de la geografía nacional, que nace y crece como expresión de un profundo sentimiento de nuestra identidad, arraigado en la herencia histórica de la lucha por la construcción de un país soberano y próspero, arquitecto de su destino.

Un proyecto universitario concentrado en actividades académicas, creadas para formar profesionales competentes, emprendedores, con conocimiento científico y con calidad humana, comprometidos con el desarrollo del país. Más de 12,150 estudiantes, en 43 carreras de pregrado y grado, 64 cursos de postgrado (especializaciones, maestrías y doctorados), y 68 diplomados.

Que además respalda su filosofía pedagógica en las actividades de los centros de atención especializados que atienden nuestras comunidades y permiten a nuestros estudiantes consolidar su formación con el sentido y vocación social que inspira esta universidad.

No es casual, que nuestra UDELAS, celebre su nacimiento en el mes de la Patria. Como tampoco es casual, que, este espacio, en el que hoy nos reunimos, esté ubicado en el corazón del territorio anhelado por varias generaciones de panameños y panameñas, que lucharon por cumplir el propósito de ver ondear nuestra sagrada bandera, aquí en donde alguna vez, no podíamos pisar como panameños y panameñas.

No dudaría al decir hoy, que, mucho hemos avanzado en el desarrollo de una nación pluriétnica, multicultural, diversa y multicolor. Como tampoco he de dudar al decir, que mucho nos falta por hacer para superar y erradicar aquellas odiosas estructuras económicas, políticas, sociales y culturales que ofenden el sentido de dignidad de todo ser humano amante de la libertad y de la igualdad.

Señor Rector, amigos aquí presentes:

Hoy recordamos la gloria y evocamos el valeroso ejemplo inmortal de nuestros héroes y mártires que siempre nos acompañan.  También reconocemos los gestos cotidianos de mujeres y hombres extraordinarios. Panameñas y panameños, en su gran mayoría anónimos, con vidas titánicas y esfuerzos que nos asombran por su carácter y fortaleza.  Son los que luchan y no se rinden.

Colegas de la academia, estudiantes, compatriotas aquí reunidos. En este pequeño terruño, donde vibra el sonido del Caracol, que inmemorial llama al canto del viento y nos invita al juego ancestral de la Balsería, en esta estrecha cintura del continente fieramente besado por dos mares, aquí nunca nos hemos dejado vencer por la adversidad.

No podemos olvidar: Panamá es, el mítico Quibián o el gran cacique Ubarraga Maniá Tigrí, enfrentando las expediciones españolas encabezadas por Gaspar de Espinosa, a las cuales les asesta, en la primera mitad del siglo XVI, repetidas derrotas, “Urraca”, lo llamarían y conocerían los invasores. Bayano, el mandinga de Sierra Leona, sin tregua y rebelde, como lo fue Felipillo. Irreductibles cimarrones y negros invictos.

Panamá, tierra de abundancias de peces y mariposas, es un camino largo, que hemos recorrido con determinación y coraje. Y, en momentos de desasosiego, también, nos ha abrazado y hemos sentido el calor vibrante de la patria y su dignidad en nuestros corazones, forjando los pilares de nuestro ser nacional.  

Desde aquellos episodios, viene la patria andando.

Con los primeros gritos independentistas Villa de Los Santos, en 1821, se enciende la llamarada emancipadora, inextinguible luz que emana nacionalidad en Justo Arosemena; con Pedro Prestán y su infame ahorcamiento en Colón. Desde los intentos secesionistas en el siglo XIX; Con las voces de insignes patriotas como Buenaventura Correoso y Emilio Alzuru; desde el infame y cobarde fusilamiento del general Victoriano Lorenzo en Las Bóvedas el 15 de mayo de 1903, a solo seis meses antes de la separación.  Viene desde el general Domingo Díaz en la tarde del arrabal de Santa Ana, arengando al pueblo llano y pobre a acuerpar la separación de Colombia. 

Desde aquellos primeros días de noviembre de 1903, cuando clandestinamente se confeccionó, por primera vez nuestra bandera, para ser enarbolada y flotar en nuestros cielos, como símbolo esplendoroso de nuestra pertenencia, identidad y libertad. Viene la patria andando.

Viene la patria andando, cuando en el 1947, el pueblo rechazó convertir todo el territorio nacional en bases militares extranjeras; con las banderas sembradas en 1958 y 1959, que anteceden el aciago mes de enero del 64, con sus 22 mártires, con Ascanio Arosemena y Rosa Elena Landecho, niña mártir, alcanzada en su balcón por una bala feroz asesina del ejercito extranjero que pretendía acantonarse a perpetuidad en estas mismas tierras.

Si señores y señoras, viene la patria andando cuando se cumplen las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter; y al mediodía del 31 de diciembre de 1999, cuando el pueblo panameño entró en ésta, la extinta zona del canal, que hoy es nuestro territorio y se cobija con una sola bandera.

Hoy que estamos aquí, orgullosos como herederos legítimos, de lo que mucho a costado alcanzar, Viene la patria andando con el Canal ampliado, a la vanguardia del desarrollo, que tiene que servir para que juntos avancemos hacia el futuro compartido.

Señoras y señores:

Panamá ha luchado a brazo partido toda su historia.

Nadie se crea ni se inventa a sí mismo. Somos el resultado, por una parte, de nuestra herencia genética, y por la otra, de quienes nos rodean. Allí, es el lugar común de nuestros antepasados, el clan, la tribu, la nación, aluviones generacionales, para bien y para mal, la amalgama de quienes somos.

Cuando miro atrás, me encuentro con las voces que me enseñaron mis primeras palabras, hasta formar el lenguaje materno, que me transmitió en sus narraciones, cuentos y leyendas, las tradiciones que me mantendrán unido a esta tierra.

Pienso en muchos que ya no están y a quienes hubiese querido haber tenido más cerca, que a pesar de las distancias dejaron en mí una historia.

Al recordar hoy, a quienes ya partieron, marcando sus huellas en mi memoria, no solo porque me alimentaron y dieron refugio material, también por el aliento espiritual de mi humanidad básica, mi raíz en el tiempo y mi lugar en el espacio.

Por todos ellos honro mi pasado, doy gracias por el presente, con la esperanza de mantener nuestra estirpe de hombres y mujeres que llevan la patria adelante

Aquí estamos, gracias a los constructores de la nación.  A los que se empinaron y no se arrodillaron.  A pesar de la corrupción, que violentamente les roba oportunidades a los jóvenes de un mejor futuro, y con violencia arrebata la tranquilidad del sueño a los que llegando a viejos no pueden dejar de luchar por sobrevivir cada día, cuando con cinismo nos niegan mejores presupuestos para la educación y la salud y nos abruma la cruel realidad de competir con sobrada destreza en el listado de países más desiguales de nuestro continente.

A pesar de tanta inequidad e injusticia social, aquí estamos hoy. Reivindicando nuestro derecho a la felicidad, celebrando nuestra panameñidad, evocando nuestro pasado, nuestras luchas victoriosas y nuestras derrotas, recordando nuestras grandes hazañas, para edificar, con optimismo y en paz nuestro destino de prosperidad y bienestar para todos y todas, sin distingos de credo, géneros, de origen social, étnico o cultural.  

Señoras y señores: Ya para terminar mi participación en este significativo acto dedicado a celebrar el vigésimo quinto aniversario de nuestra Universidad y para iniciar el mes de la patria. Permítanme renovar el juramento a nuestra bandera, como símbolo de nuestra nación, recordando los versos hermosos escritos en 1915, por Gaspar Octavio Hernández, cuando en el amanecer de la república cantaba:

¡Bandera de la patria! Sube..., sube

hasta perderte en el azul... Y luego

de flotar en la patria del querube;

de flotar junto al velo de la nube,

si ves que el Hado ciego

en los istmeños puso cobardía,

desciende al Istmo convertida en fuego

y extingue con febril desasosiego

¡a los que amaron tu esplendor un día!

Muchas gracias